DUELO DE TITANES.
El fenómeno del virtuosismo también alcanzó al piano. Figuras como Thalberg,
Liszt o Chopin brillaban con luz propia en el París del siglo XIX: la fama de
alguno de ellos fue tal que en 1837 hubo un famoso duelo entre los dos grandes genios
del piano: Liszt y Thalberg enfrentaron sus talentos en un famoso
salón parisino. Nunca quedó claro quién fue el vencedor y el vencido de este
singular y entrañable desafío.
OBSESION FATAL. Empeñado en emular a
Paganini, Schumann truncó su
carrera como pianista al atar el dedo medio de su mano derecha para asegurar la
independencia de los dedos al tocar. Lo único que consiguió fue una parálisis
en su mano que cercenó sus sueños para siempre.
EL GRAN THALBERG.
Este gran genio tenía tal fama como pianista virtuoso que el propio Berlioz en
ocasiones aseguraba de él que parecía tocar, no a dos, sino a tres manos.
Franz
Schubert componía con una guitarra ya que era tan pobre que no podía disponer de
un piano.
El compositor del siglo XVII Jean-Baptistet
Lully, murió al gangrenársele una herida que se hizo en el pie
con un bastón que utilizaba para llevar el compás durante la interpretación de
una de sus composiciones.
El compositor John Cage cuenta que, en cierta ocasión entró en una cámara anenoica para hacer experimentos en un ambiente en el que no se produjera ningún sonido. Cage escuchó con toda atención y llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, oía dos sonidos, uno grave y otro agudo. Los científicos le informaron de que el sonido grave era su propia sangre circulando y el agudo su sistema nervioso funcionando. Cage llegó a la conclusión de que el silencio no existe.
Lucciano Pavarotti fue uno de los grandes tenores del siglo XX pero pocos conocían hasta hace poco tiempo (1.997) que !no sabía música!. Era incapaz de leer una partitura. “Ya soy demasiado viejo para aprender…”. Y cómo lo hacía, os preguntaréis. Pues tiene establecido un sistema de símbolos y líneas de colores ascendentes y descendentes que indican la evolución de la melodía, que le sirve como recordatorio a la hora de interpretar.
El compositor John Cage cuenta que, en cierta ocasión entró en una cámara anenoica para hacer experimentos en un ambiente en el que no se produjera ningún sonido. Cage escuchó con toda atención y llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, oía dos sonidos, uno grave y otro agudo. Los científicos le informaron de que el sonido grave era su propia sangre circulando y el agudo su sistema nervioso funcionando. Cage llegó a la conclusión de que el silencio no existe.
Lucciano Pavarotti fue uno de los grandes tenores del siglo XX pero pocos conocían hasta hace poco tiempo (1.997) que !no sabía música!. Era incapaz de leer una partitura. “Ya soy demasiado viejo para aprender…”. Y cómo lo hacía, os preguntaréis. Pues tiene establecido un sistema de símbolos y líneas de colores ascendentes y descendentes que indican la evolución de la melodía, que le sirve como recordatorio a la hora de interpretar.
El piano en un
instrumento que habitualmente se toca con las dos manos. Sin embargo, el
compositor francés Maurice Ravel escribió
un concierto exclusivamente para la mano izquierda dedicado a un pianista amigo
suyo que acababa de perder la mano derecha en la guerra.
En una cena celebrada en Berlín en honor a Brahms,
el anfitrión propuso un brindis: “por el más grande de los compositores”.
Brahms se levanto de inmediato y, alzando su copa, dijo: “Por Mozart”.